1 de Mayo de 2018: configuración de escenarios de guerra
“Per aspera ad astra” (a través de las dificultades hasta las estrellas)
Como de costumbre dedicamos algunas reflexiones al 1 de Mayo, fiesta del trabajo, que todavía se celebra en numerosos países del mundo. Vamos a intentar proponer un esquema general de la situación del proletariado.
Actualmente, como consecuencia del dominio de la legislación económico-social del capitalismo, la clase proletaria mundial está sometida a crecientes niveles de pobreza, explotación y opresión: en otros términos, está sometida a la violencia de la clase dirigente de origen burgués, con formas cada vez más despiadadas y destructivas. De hecho, el capitalismo frena la caída de la tasa de ganancia, causada por la utilización de máquinas en lugar de mano de obra asalariada, aumentando el grado de explotación de los trabajadores que todavía se utilizan en la producción.
Vientos de guerra soplan fuertes y amenazantes entre imperialistas en estos últimos tiempos anunciando nuevos escenarios de conflicto bélico entre las modernas superpotencias estatales capitalistas de Rusia y Estado Unidos.
En otros términos, registramos los signos de un aumento, tanto cuantitativa como cualitativamente, del conflicto permanente interno que caracteriza el duunvirato de las dos superpotencias mencionadas. Desde el fin de la segunda guerra mundial, ha habido situaciones de crisis político-militares periódicas entre los dos complejos industriales y militares de Rusia y América, sin embargo siempre prevaleció la lógica del duopolio concordia/discordia y por consiguiente al final los conflictos locales nunca se transformaron en confrontación directa entre los dos gigantes estatales.
Sin embargo el capitalismo de los USA ahora atraviesa un momento difícil, siendo presa de una deuda gigantesca (pública y privada) y de la competencia de las economías capitalistas euroasiáticas (China, India, Rusia). Estos factores pueden empujar a los Estados Unidos a iniciar un desafío militar abierto contra las naciones oponentes, con la finalidad de preservar su posición geoeconómica, principalmente para controlar los recursos energéticos y las vías de abastecimiento, en la actualidad amenazadas por los oponentes. El despliegue de la potencia militar y la amenaza implícita de su utilización por los dos complejos industriales y militares capitalistas pueden, por lo tanto, ser considerados como el material de base para las negociaciones ulteriores de “paz” y el reparto del botín (pero en segundo plano) para una guerra de dominación/ destrucción del adversario (muy fácilmente convertible, teniendo en cuenta los arsenales nucleares actuales, en una situación apocalíptica de “end of the world”-fin del mundo-)
La burguesía ha conseguido hasta el momento, bajo la falsa bandera de nacionalismo, de fundamentalismo religioso o incluso de pseudosocialismos de diversas marcas y latitudes enrolar a las masas proletarias, lanzándolas a unas contra otras en una lucha fratricida (en las dos guerras mundiales y en sucesivas guerras locales), estando al exclusivo servicio de los intereses imperialistas opuestos (dicho de otra manera y parafraseando a Lenin, al servicio de los intereses opuestos de los propietarios de los esclavos modernos)
En este escenario cíclico de destrucción, encaminado a la regeneración del proceso de acumulación capitalista y la lucha simultánea por la supremacía dirigida por diversos grupos rivales económico- políticos, la suerte de la vanguardia social obrera y de las fuerzas políticas que representan la sublimación de la política , se juega en la capacidad de disuadir al resto de la clase oprimida de que participe en las guerras periódicas de la burguesía, y dirigir a los proletarios hacia la defensa de los propios intereses auténticos, más allá de todas las actividades partidarias de uno u otro de los grupos políticos y económicos capitalistas.
Expresado en otros términos, el concepto es el siguiente: ante el escenario de las crisis recurrentes de sobreproducción de mercancías y de medios de producción, se cierne la destrucción de excedentes de medios y de mercancías (y uno de los sistemas de destrucción es la guerra). Pero también se considera excedente la superpoblación proletaria que no se utiliza en la producción (por la introducción de nuevas máquinas): un exceso de fuerza de trabajo en constante empobrecimiento potencialmente peligroso para el equilibrio socio-político del sistema y que, por lo tanto, hay que combatir.
Concluyendo, para el proletariado internacional, la defensa de los intereses propios de clase (y en el fondo de su propia existencia) pasa inevitablemente por la abolición del capitalismo y también del mecanismo de las crisis cíclicas de sobreproducción, con la subsiguiente destrucción regeneradora, donde ese sistema socio-económico encierra su propio secreto y la posibilidad de prolongar su existencia fétida y cadavérica.