Políticas económicas europeas en materia de trabajo
El plusvalor generado en el proceso de producción de capital anticipado C, esto es la valorazicón de valor del capital C anticipado, se presenta en un primer omento como excedente del valor del producto sobre la suma de los valores de los elementos de producción.
El capital C se divide en dos partes, una suma de dinero (c), que se invierte en medios de producción, y otra suma de dinero (v) que se gasta en fuerza de trabajo; (c) reprenda la parte del valor transformada en capital constante, (v) aquella transformada en capital variable.
Marx, El capital. Libro primero, sección tercera, capítulo siete.
Introducción
El término “economía social de mercado” resuena en un documento reciente elaborado por uno de los varios centros institucionales europeos: o es un término enfermo que alude a una realidad inexistente, o bien más simplemente remite a una voluntad política, la voluntad de atenuar con medidas dirigistas de tipo económico-legislativo el desastre social difundido como mancha de aceite con la crisis. En este trabajo teórico citaremos frecuentemente los textos producidos por la tecnocracia europea, son textos de sabor vagamente iluminista y reformista, en los cuales está prefigurada una vía de intervención y de solución al problema de la desocupación. Estamos en el punto en el que la tecnocracia no niega ya la gravedad del problema social de la pobreza, de la desigualdad y de la falta de trabajo, más bien parte de ellos para proponer soluciones económicas, previas deliberaciones legislativas en las sedes oportunas, mirando a su presunta superación. Cuando después vamos a leer con un mínimo de atención crítica el contenido de los medios y proyectos puestos en marcha, descubrimos sin embargo que se adaptan perfectamente a los intereses de las empresas, en otras palabras a la solución del problema de la mejor rentabilidad del capital invertido (sin demasiada distinción entre capital de empresa y capital financiero-especulativo). La tecnocracia burguesa europea justifica tales planteamientos con una simple ecuación económica: el bienestar social, en otras palabras el trabajo y la ocupación son una variable dependiente del crecimiento económico, el cual a su vez, depende de las Inversions de capital (pero la posibilidad de atraer inversiones, en última instancia, está unida al grado de rentabilidad obtenida de la relación entre el provecho del ejercicio y capital propio, esto es de la relación entre costes y ganancias empresariales). Como bravos marxistas involuntarios nuestros tecnócratas saben que en último término es el trabajo humano (es decir el coste del trabajo), el factor productivo sobre el que es decisivo y vital intervenir para permitir a las empresas obtener beneficio y derrotar a la competencia internacional. Luego, sin perjuicio de la dimensión competitiva contingente entre empresas europeas, parece casi que la tecnocracia opera en una lógica de área económica supranacional, proyectando medidas legislativas adecuadas al objetivo de hacer más fuertes los competidores empresariales europeos en el enfrentamiento con la concurrencia presente en los mercados globales. El entrelazamiento y la compenetración de la propiedad de los capitales pertenecientes a áreas geo-económicas diferentes, o bien incluso a bloques económicos y militares contrapuestos, no impiden la lucha competitiva, porque por absurdo que parezca, aun en el caso de que diversas empresas tuviesen el mismo sujeto jurídico (el propietario de los medios de producción), esto no cambiaría la lógica competitiva inherente al modo de producción burgués. A su vez la existencia de las dimensiones competitivas constituye la motivación recurrente adoptada por las empresas para obtener del propio aparato político-estatal, las medidas legislativas y las políticas económicas funcionales para la reducción del coste del trabajo (factor considerado crucial, por los marxistas involuntarios de la tecnocracia europea para reducir la desventaja competitiva con las economías emergentes de China, India y otras diciendo, donde el coste del trabajo es más bajo, de media, que aquel presente en el área euro).
No debe maravillarnos y todavía peor indignarnos la pueril mentira contenida en los documentos de la tecnocracia Europa, porque cuando en estos textos se habla de la economía social de mercado, o de medidas dirigidas a reducir la pobreza o la desocupación, se debe suponer que el que suscribe, o los que suscriben, lo hacen de buena fe, y por tanto son ellos mismos víctimas de las mistificaciones ideológicas que propagan a manos llenas. Estudiaremos y analizaremos atentamente los textos más recientes de las instituciones europeas respecto al argumento, intentando dar un cuadro completo y atendible de las soluciones puestas en marcha prácticamente, o bien sólo esbozadas a nivel de proyecto embrionario. Del análisis crítico junto a la exposición y al estudio de las políticas económicas puestas ya en marcha o todavía en fase de proyecto, emergerá la naturaleza funcional de estas mismas políticas para la valorización del capital, y por tanto para el ulterior incremento del grado de explotación y de opresión de la vida de los proletarios. Como los caminos del señor son infinitos, también los caminos de la valorización del capital son quizás no infinitos (se espera) pero al menos múltiples. Así, las Inversions en las esferas especulativas-financieras y en el sector terciario sustituyen parcialmente la valorización en el sector secundario industrial y hacen ulteriormente problemática la vida del capital en la fase senescente, como bien recuerdan muchos textos marxistas. Esto deberíamos recordarlo, mostrando también –brevemente- la ecuación económica que sostiene tal dinámica: la proporción de desarrollo inversamente proporcional entre capital constante y capital variable, la caída tendencial de la tasa de beneficio, el ejército industrial de reserva (latente, crónico, sobreabundante), el aumento tendencial de la tasa de explotación (para obviar a la caída de la tasa de ganancia), la terciarización (sector donde las máquinas tienen dificultades para sustituir al hombre) y la financiarización. Será fundamental desvelar cómo los aparatos estatales burgueses intentan garantizar la valorización del capital en todos los sectores de la actividad económica: primario, secundario, terciario (independientemente de la forma jurídica propietaria – pública/privada), y también individualizar las medidas dirigidas a garantizar el “justo” interés al capital financiero (pensemos en las políticas europeas de balanza, a los vínculos y a las curas de caballo que Europa (supra-aparato técnico-político) impone a las varias economías y aparatos estatales nacionales, para hacerles continuar ofreciendo y por tanto garantizando una remuneración adecuada sobre la deuda pública (poseída por inversores privados y también por otros estados). Los estados técnicamente fallidos desde el punto de vista contable, mantenidos con vida sólo para consentir al capital financiero continuar exprimiendo el rendimiento sobre la deuda pública… todos estos rastros y recorridos se entrelazan, en este trabajo, dentro de la prospectiva, que esperamos conseguir, de proveer un cuadro exhaustivo de la complejidad social y económico-política operante como factor condicionante y atrayente del movimiento sistémico, detrás de las así llamadas políticas europeas en materia de trabajo.
Parte primera: proyecto iluminado de ingeniería social
De entre el abigarrado tropel de obreros de todas las profesiones, edades y sexos que nos acosan por todas partes como a Ulises las almas de los muertos y en cuyas caras se lee a primera vista, sin necesidad de llevar bajo el brazo los Libros azules, el tormento del exceso de trabajo, vamos a destacar por último dos figuras, cuyo llamativo contraste demuestra que para el capital todos los hombres son iguales: una modista y un herrero.
En las últimas semanas del mes de junio de 1863, toda la prensa de Londres publicaba una noticia encabezada con este epígrafe “sensacional”: “Death from simple Overwork” [“Muerta por simple exceso de trabajo”]. Tratábase de la muerte de la modista Mary Anne Walkley, de veinte años, empleada en un honorabilísimo taller de modistería de lujo que explotaba una dama con el idílico nombre de Elisa. Gracias a ese episodio, se descubría como cosa nueva la vieja y resabida historia de las pobres muchachas obligadas a trabajar como media 16 horas y media, y durante la temporada hasta 30 horas seguidas, para lo cual había que mantener muchas veces en tensión su “fuerza de trabajo”, cuando fallaba, por medio de sorbos de jerez, vino de Oporto o café. Estábamos precisamente en lo más álgido de la temporada. Había que confeccionar en un abrir y cerrar de ojos, como si fuesen obra de hadas, aquellos vestidos maravillosos con que las damas nobles iban a rendir homenaje, en una sala de baile, a la princesa de Gales, recién importada. Mary Anne Walkley llevaba trabajando 26 horas y media seguidas sin interrupción, igual que otras 60 muchachas, treinta por habitación, en una habitación que apenas contendría la tercera parte de los metros cúbicos de aire indispensable para respirar; por las noches, dormían de dos en dos en una cama instalada en un agujero, donde con unos cuantos tabiques de tabla se improvisaba una alcobaii. Y este taller era uno de los mejores talleres de modas de Londres. Mary Anne Walkley cayó enferma un viernes y murió un domingo, sin dejar terminada, con gran asombro de su maestra Elisa, la última pieza. El médico Mr. Keys, a quien llamaron junto al lecho de la moribunda cuando ya era tarde, informa ante el “Coroner´s Jury” (57), con palabras secas: “Mary Anne Walkley murió por exceso de horas de trabajo en un taller abarrotado de obreras y en una alcoba estrechísima y mal ventilada.” Pero, queriendo dar al médico una lección en materia de bien vivir, el jurado declara: ” La víctima ha fallecido de apoplejía, si bien hay razón para temer que su muerte ha sido acelerada por exceso de trabajo en un taller estrecho. El Morning Star, órgano de los señores del librecambio Cobden y Brigth, exclamaba: “nuestros esclavos blancos son lanzados a la tumba a fuerza de trabajo y agonizan y mueren en silencioiii“.”Matarse trabajando es algo que está a la orden del día, no sólo en los talleres de modistas, sino en mil lugares, en todos los sitios en que florece la industria…
Marx, El capital: Libro primero, sección tercera, capítulo ocho.
Citamos sin comentarios las declaraciones de un comisario europeo del que omitimos las generalidades, porque obviamente las personas son intercambiables en la óptica sistémica del capital, y estas palabras bien las podría haber dicho cualquier burócrata europeo: “Más de 26 millones de personas están sin trabajo en Europa, entre ellos más de 5,5 millones de jóvenes. Estos niveles de desempleo, unidos a la creciente pobreza y marginación, son simplemente inaceptables. Además, si no logramos crear más puestos de trabajo, no podemos aspirar a asegurar una reactivación de la economía sostenible. Europa no es parte del problema. Es parte de la solución”. Parece que se relee el reciente eslogan electoral del partido demócrata: “trabajo, trabajo, trabajo”. Estas declaraciones dan la idea, a primera vista, de que exista a nivel de las instituciones europeas una capacidad proyectiva iluminada, preocupada de dirigir y gestionar la complejidad social: esto es sobretodo, de obviar los daños y los inconvenientes de aquello que por otra parte es considerado todavía el mejor sistema social inventado en la historia de la humanidad: la democracia liberal y la economía social de mercado. Este es el centro del problema, la causa de los inconvenientes de la desocupación y la pobreza, no hay que buscarlo en la farsa de la democracia liberal, entendida como el mejor sistema político de dominio y ablandamiento de la clase social explotada (de la pretendida economía social de mercado), si no en una normal disfunción, diremos casi fisiológica y transitoria del actual sistema socio-económico (y por tanto enmendable con proyectos adecuados de ingeniería social proporcionados a manos llenas por la actual burocracia del capital). Como sucede normalmente el personal político-administrativo de una sociedad fundada sobre la esclavitud del trabajo asalariado, no está preparado para comprender que sólo la propia extinción como clase social esclavista y explotadora es la verdadera solución del problema llamado pobreza y esclavitud. Por otro lado no se puede pedir a los representantes de la actual minoría social burguesa que se suiciden y renuncien a los privilegios unidos a la propia existencia de los parásitos del trabajo vivo proletario, no se puede imaginar, siendo realistas, que la burguesía europea quiera comprende teóricamente y rechazar prácticamente el propio rol contemporáneo de bloqueo e impedimento del ulterior desarrollo de las fuerzas productivas sociales. La burguesía está condenada por el interés propio de clase a intentar de todas las formas perpetuar y conservar las anacrónicas relaciones de producción, y por tanto buscar de remediar las consecuencias económicas sociales de su mismo modo de producción capitalista (caída de la tasa de ganancia, crisis de superproducción, ejército industrial de reserva, empobrecimiento relativo y absoluto de la fase creciente de fuerza trabajo en exceso respecto a las exigencias de valorización del capital). La verdad es que no existe ninguna fórmula de política económica que pueda aliviar de formar real y duradera, permaneciendo dentro de la órbita del sistema económico del capital y las llamadas averías e inconvenientes son producidas, por tanto, por el mismo sistema económico del capital. Corroboramos por tanto una verdad comunista elemental: el sistema no se discute se abate. El abatimiento del sistema es un problema de fuerza práctica y teórica, de procesos sociales objetivos, gigantescos, relacionados con las dinámicas económicas inexorables de la actual economía capitalista, esto es de las leyes económicas del capital potentemente reveladas en la obra de Marx (el nivel más avanzado de ciencia revolucionaria producido por la clase proletaria). Hechas estas premisas necesarias retomaremos el análisis de las tesis de las tecnocracias burguesas europeas: La Unión europea está basada sobre el concepto de economía social de mercado. Pleno empleo, progreso social, integración, protección social, solidaridad y cohesión social se encuentran entre los objetivos prioritarios del tratado de la UE. Este último establece de hecho que en el desarrollo y en las actuaciones de todas las políticas de la UE se necesita garantizar un elevado nivel de empleo y una adecuada protección social y combatir la marginación.
Además el tratado contiene una Carta de los derechos fundamentales de la UE, que es vinculante y garantiza los derechos sociales de todos los ciudadanos y residentes en la UE, entre ellos:
- – el derecho de los trabajadores a ser informados y consultados por sus empresarios;
- – el derecho de contratación y de huelga;
- – el derecho de acceso a los servicios de colocación;
- – el derecho a la tutela en caso de despido arbitrario;
- – el derecho a condiciones de trabajo equitativas y dignas;
- – prohibición del trabajo infantil;
- – la protección de los jóvenes en el trabajo;
- – la conciliación entre la vida familiar y la vida profesional a través de la tutela contra el despido por un motivo relacionado con la maternidad y el derecho al permiso de maternidad retribuido y al permiso de paternidad;
- – el derecho a la seguridad social, a la asistencia de vivienda y a la asistencia sanitaria.
En 2010 la Unión europea ha lanzado una estrategia de crecimiento decenal dirigida a superar la crisis que continua afligiendo a numerosos países de la UE: Europa 2020 (para mayores detalles: http://europa.eu/pol/index_es.htm ). La estrategia apunta a crear las condiciones para un modelo diverso de desarrollo que sea más inteligente, más sostenible y más solidario. Así dicho, si con cháchara pudiésemos diseñar un mundo mejor, entonces este texto europeo oficial obtendría el primer premio en el concurso de quien la dispara más grande. Lo peor está en el hecho de que para comprender la realidad contemporánea del capitalismo europeo, basta simplemente con, considerar en negativo, esto es como no existente, toda la serie de derechos y de garantías en él contenidos. Por tanto, negando el contenido positivo del elenco, reconocido el carácter puramente intencional y proyectual-prospectivo de sus contenidos, se puede fácilmente concluir que en el mundo real está en vigor exactamente lo contrario de cuanto sostiene aquel elenco de pías intenciones. Digamos que con estas primeras consideraciones podríamos también pensar que el problema consista sólo en la irrealidad del cuadro social delineado en el elenco, todavía las cosas no están en este modo: sería un texto demasiado simple e inocuo si su valor se parase sólo en el elemento de ilusoriedad (característico, de otro lugar, de buena parte de la publicidad burguesa sobre el argumento). El aspecto relevante e interesante, desde el punto de vista del conocimiento de los movimientos de organización de la política europea respecto al terremoto social producido por la crisis, consiste en las exposiciones de las medidas de intervención legislativas dirigidas a garantizar un ciclo continuo de valorización del capital. Decíamos con anterioridad que bajo las bellas palabras y las pías intenciones difundidas a manos llenas en los textos arriba expuestos se esconde la urgencia de políticas económicas ferozmente, despiadadamente, determinadas por las leyes económicas objetivas del capital. Los “actoruchos” de la tecno-estructura burocrática europea deben inevitablemente representar el papel de diligentes administradores y garantes de las razones empresariales del beneficio, del rendimiento del capital financiero-especulativo, y en definitiva de la inútil y vacua existencia de una minoría social parasitaria. El trabajo muerto debe continuar a dominando y subsumiendo al trabajo vivo en el proceso productivo del capital, la especie humana debe continuar a ser separada, alienada, de los medios de producción y del producto del trabajo propio, por la loca y suicida voluntad de dominio de un mecanismo social que envuelve como una jaula las ulteriores potencialidades evolutivas de la humanidad. La supraestructura estatal europea desarrolla la función de coordinación y dirección superior de las políticas sociales y económicas nacionales europeas, con el objetivo, y no está mal recordarlo, de permitir al trabajo muerto (capital constante) continuar a dominar y subsumir al trabajo vivo (capital variable) en el proceso productivo del capital. Por tanto, más allá de los hipócritas y mistificadores enunciados de que se han atestado los textos citados, queda las sustancia de siempre: garantizar con medidas adecuadas estatales de tipo económico-legislativos la valorización del capital, ya sea en la forma empresarial-emprendedora o en la forma financiera-especulativa. Presentemos los datos en mérito a esta circunstancia fundamental retomando la cita de los textos europeos: “En 2010 la Unión europea ha lanzado una estrategia de crecimiento decenal dirigida a superar la crisis que continua afligiendo a numerosos países de la UE: Europa 2020 (para mayores detalles: http://europa.eu/pol/index_es.htm). La estrategia apunta a crear las condiciones para un modelo diverso de desarrollo que sea más inteligente, más sostenible y más solidario. Para conseguir este resultado, la Comisión ha fijado cinco objetivos clave que la UE deberá alcanzar para el 2020: empleo, formación, investigación e innovación, integración y reducción de la pobreza y clima/energía. Hasta aquí estos vacíos enunciados mistificadores, no obstante ahora leemos como líneas de acción bien definidas: empleo, formación, investigación e innovación, integración y reducción de la pobreza y clima/energía. Sería interesante desmontar y analizar en detalle todos los cinco puntos, sin embargo nos centraremos sobre todo en el primero, considerando también, que el segundo punto (formación), está muy relacionado con aquel del empleo( pensemos por ejemplo en la innoble práctica de las prácticas no retribuidas a las que son obligados multitud de estudiantes en el actual sistema educativo). Veamos que propone la inteligencia europea para “resolver” los fastidiosos inconvenientes, o mejor los incidentes colaterales de la inteligencia económica capitalista:”Con más de 26.5 millones de desempleados en la UE (noviembre de 2013), es claramente indispensable acrecentar los esfuerzos para reducir esta cifra. Uno de los objetivos clave de la estrategia Europea 2020 es hacer que, para final de la década, el 75% de la población activa (de los 20 a los 64 años) tenga un trabajo. Para alcanzar este objetivo la UE ha adoptado una serie de iniciativas para sostener la creación de puestos de trabajo (por ejemplo, tramitar la promoción de las empresas sociales), restaurar la dinámica de los mercados de trabajo( mediante la propuesta de un cuadro europeo para anticipar las reestructuraciones económicas) y mejor gobernabilidad de la UE (por ejemplo, publicando cada año un sistema de parámetros de referencia que comparen los resultados de los países de la UE sobre la base de determinados indicadores relativos al empleo)”. Como bien se puede comprender del texto arriba expuesto, la preocupación por el problema de los 26 millones de desempleados (por no hablar de las otras decenas de millones de trabajadores precarios de los que no hay ni rastro en el texto), fundamenta la base, digamos material, para las propuestas sucesivas. Se debe suponer que los autores del texto quieren recordar al poder político-administrativo europeo la peligrosidad social innata en una cantidad tan anormal de desempleados, aludiendo así también a la amenaza a la estabilidad del dominio de la clase burguesa que podría derivar del descontento de esta masa de desempleados (normalmente privada de reservas económicas y patrimoniales con las que sobrevivir a los periodos de desocupación). El objetivo citado en el texto hace referencia a un deseable nivel de empleo igual al 75% de la fuerza de trabajo, definida como población activa entre los 20 y los 64 años. Significa que al menos en el medio plazo (se entiende un arco temporal que va desde 1 a 5 años), las cabezas de huevo del capital estiman que sea suficiente –para obtener un nivel de conflicto social inofensivo y limitado- un porcentaje de empleo entorno al valor del 75%. El 25% no empleado podrá ser objeto de formas de intervención asistencial, podrá vivir con ayuda de familiares, o bien, en el caso de lanzarse a hacer protestas peligrosas para el orden social burgués, será castigado y neutralizado por la intervención del aparato estatal. Un pequeño inciso sobre las llamadas empresas sociales, tal terminología alude evidentemente al habitual consejo destinado a los desempleados a crear empresas, emprender un negocio, convertirse en emprendedores de sí mismos, quizás con la ayuda financiera estatal. La palabra empresa social sin embargo remite, presumiblemente, también al campo de la actividad de esta improbable panacea del desempleo, esto es al sector de servicios a las personas y a la protección del ambiente (asistencia a los ancianos, personas con discapacidad, intervenciones ecológicas,…). En otras palabras el sector del terciario avanzado, donde se abre oportunidades de trabajo objetivas, pero en todo caso no se puede pensar que pueda absorber las decenas de millones de desempleados y precarios existentes. El texto propone medidas ocupacionales sobre todo dirigidas a los jóvenes, leamos algunas partes relativas al argumento: “en particular, la UE está trabajando para reducir la tasa de desempleo juvenil, que es más del doble de la de los adultos (23,6% respecto al 9,5 en noviembre de 2013). Además, promueve una aproximación más dirigida y holística a la lucha contra el desempleo juvenil: ayudas directas a los jóvenes más necesitados unidos a reformas estructurales para reforzar la colaboración, dentro de todos los países miembros, entre servicios gubernamentales, sistemas tradicionales de formación, institutos de formación profesional, agencias e empleo, empresas, partes sociales y organizaciones de la sociedad civil…Uno de los principales objetivos de la estrategia Europa 2020 es por tanto sacar de la pobreza al menos 20 millones de europeos antes del final del decenio”. Bizarro el uso del término “holístico”, casi una burla en una sociedad fundada sobre la separación y sobre la división social en clases cuya base es una economía edificada sobre la explotación de la fuerza-trabajo obtenida a través de la alienación del trabajador de los medios de producción (propiedad del capitalista público o privado) y de una parte del producto del propio trabajo (plus-trabajo, robo de una porción del tiempo de trabajo diario finalizado a la valorización del capital de empresa).
En este caso, todavía, el término holístico reenvía abiertamente a la sinergia de medidas diferentes, puestas en marcha para intentar resolver el problema de los sin trabajo y sin reservas (servicios gubernamentales, sistemas tradicionales de formación, institutos de formación profesional, agencias de empleo, empresas, partes sociales y organizaciones de la sociedad civil). En el elenco de los sujetos implicados operativamente en la solución encontramos de nuevo la escuela (sistemas tradicionales de formación, institutos de formación profesional,…) con función de soporte del capital financiero-empresarial a través del refuerzo de la fuerza-trabajo juvenil, carne fresca para explotar legalmente (habitualmente sin ningún pago) con la excusa de la tesis, las prácticas, la alternancia escuela-trabajo. Considerando la casi total inutilidad de las prácticas y de la alternancia escuela-trabajo (a la que son obligados los estudiantes para conseguir el diploma) a los fines de aprendizaje y de la formación profesional, se debe deducir que tales prácticas difusas y legalizadas son una verdadera y real forma de trabajo esclavista no retribuido.
Habitualmente las prácticas son presentadas en los colegios como una oportunidad preciosa de aprendizaje en cuanto se basa en una inmersión real del estudiante en el mundo del trabajo, sin embargo en los últimos tiempos se está difundiendo (ya sea en las familias o en los alumnos) la percepción de su sustancial inutilidad y gravosidad. El 14 de noviembre, por ejemplo, una parte de los estudiantes de las escuelas medias superiores de Schio, en la provincia de Vicenza, se ha manifestado en contra de las prácticas de empresa y la transformación empresarial y mercantil del sistema de formación público.
Sosteníamos en la introducción que el aparato supraestatal europeo se pone como regulador y coordinador de las políticas económicas europeas nacionales, intentemos ahora entender, de la lectura del texto de los tecnócratas cabezas de huevo europeos como se concreta tal circunstancia: “En el 2010 se ha creado un importante instrumento político: el «semestre europeo», que va de enero a julio de cada año. Prevé un análisis conjunto, a nivel e la UE, de las políticas económicas de los Estados miembros y la adopción de recomendaciones específicas para los países individuales, antes de que estos preparen los respectivos proyectos de balance y lo sometan al debate parlamentario nacional. Las recomendaciones hacen referencia habitualmente al empleo, la protección social y la integración (y por tanto, las reformas del mercado de trabajo, la pobreza, la integración de las personas vulnerables en el mercado de trabajo, la reforma de las pensiones, etc.). Puesto que las políticas en materia de empleo, asuntos sociales e integración vienen realizadas más eficientemente a nivel de los Estados miembros, el rol de la UE en estos sectores es sostener e integrar la actividad de las autoridades nacionales. A tal fin, la UE avala el así llamado «método abierto de coordinación». Se trata de un cuadro de cooperación en el que las políticas nacionales de cualquier país europeo en estos sectores pueden ser orientados hacia objetivos comunes y sucesivamente monitorizados por la UE.”
Ahora, tal cuadro de cooperación entre las políticas nacionales viene no sólo monitorizado, sino también eventualmente autorizado e impuesto por las autoridades judiciales nacionales a las que es demandado el control y verificación de la aplicación de la normativa europea. Como se ve por tanto, Europa se vale no sólo de una moneda única y de una banca central común, sino también de la operatividad del instrumento judicial policial poseído por los varios estados miembros. Sin embargo no es necesario ignorar que en una lógica de soporte funcional de la economía capitalista el “padre superior” europeo debe ante todo encontrar y organizar los instrumentos financiero, dirigidos keinesianamante a soportar las vicisitudes alternas (expansiones/contracciones) del ciclo económico. De forma particular en los periodos de crisis y estancamiento económico, pensemos en el periodo de post-crisis del 29, el aparato estatal burgués provee un soporte consiste en inversiones públicas y financiamiento ad hoc para relanzar el ciclo económico de valorización del capital. En el caso referido a nuestro tiempo encontramos en marcha un instrumento financiero con el nombre de fondo social europeo; escuchemos que escriben nuestros tecnócratas: “El Fondo Social europeo (FSE), uno de los fondos estructurales de la UE, fue instituido en 1957 para reducir las diferencias en términos de prosperidad y de tren de vida entre los Estados miembros de la Unión europea y entre sus regiones, en particular aquellas en las que el desarrollo económico está menos avanzado. Desde el 2007 al 2013, casi 10 millones de personas se han beneficiado cada año de las medias financiadas por el FSE, que ha distribuido casi 76 millardos de euros, como complemento de los aproximadamente 76 millardos de euros de financiación pública nacional… Desde el 1º de enero de 2014, el rol del FSE el instrumento principal de inversión en los recursos humanos ha sido ulteriormente reforzado. El FSE es útil para ayudar a los países miembros a responder a las prioridades y recomendaciones de la UE en relación a las reformas de las políticas nacionales en materia de mercado de trabajo, integración social y empleo, desarrollo de la capacidad institucional y reformas de la administración pública. El 20 % de los fondos de la FSE para los países particulares deben ser gastados en proyectos de integración social. Por otro lado, el Fondo debe representar al menos el 23,1% del total de la financiación de la política de cohesión a nivel de la UE, la cual define en último análisis el volumen total de financiación del FSE en los varios Estados miembros. El Fondo europeo de adecuación a la globalización (FEG) proporciona una asistencia personalizada a los trabajadores que han perdido el empleo consecuencia del exceso de masa a escala europea. Desde el 1 de enero de 2014 ayuda también a los trabajadores despedidos a causa de una crisis inesperada, y también a la categoría de trabajadores que anteriormente no estaban cubiertos, por ejemplo los trabajadores a tiempo determinado y los trabajadores autónomos. En las regiones con un alto desempleo juvenil el FGE puede ahora financiar medidas para los jóvenes desocupados que no acuden a cursos de instrucción o de formación.”
Como bien se puede comprender, el fondo representa un instrumento encaminado al doble objetivo de contener y absorber el descontento social producido por el desempleo, y de realzar el ciclo de valorización del capital. Las palabras clave que prefiguran los temores burgueses para la conservación óptima del propio sistema de dominio están contenidos en el texto: “elevado desempleo juvenil, trabajadores despedidos a causa de una crisis inesperada, trabajadores a tiempo determinado, trabajadores que han perdido el empleo consecuencia de específicos excesos de masa a escala europea.” Estas categorías de fenómenos están en las cabezas de los tecnócratas europeos con los lamentables y dolorosos inconvenientes de la economía capitalista, perdón de libre mercado, o mejor todavía de economía social de mercado. Como el clavicémbalo bien templado de la homónima opera de Bach, también la élite tecnocrática burguesa europea piensa resolver los problemas socio-económicos haciendo leyes objetivas del capital, templando la desenfrenada barbarie del sistema con medidas de vago sabor caritativo y asistencial. Todavía, como hemos tratado de desvelar, tales medidas van sin embargo destinadas a neutralizar un potencial nivel de choque social peligroso para el equilibro político burgués, y en segundo lugar para consentir una adecuada reanudación del ciclo de valorización del capital.
Segunda parte: confrontación y choque de intereses dentro de la clase burguesa europea (caso del Ttip, Transatlantic trade and investment partnership ).
La composición del capital debe considerarse en dos sentidos.
Con respecto al valor, esa composición se determina por la proporción en que el capital se divide en capital constante, o valor de los medios de producción, y capital variable o valor de la fuerza de trabajo, suma global de los salarios.
En lo que atañe a la materia, a cómo funciona la misma en el proceso de producción, todo capital se subdivide en medios de producción y fuerza viva de trabajo, composición que se determina por la proporción existente entre la masa de los medios de producción empleados, por una parte, y la cantidad de trabajo requerida para su empleo, por el otro.
Denomino a la primera, composición de valor; a la segunda, composición técnica del capital.
Entre ambas existe una estrecha correlación.
Para expresarla, denomino a la composición de valor del capital, en tanto se determina por la composición técnica del mismo y refleja las variaciones de ésta, composición orgánica del capital. Cuando se habla sin más ni más de la composición del capital, nos referimos siempre a su composición orgánica.
Marx, El capital: Libro primero, sección séptima, capítulo ventitres.
En el curso de la exposición precedente hemos intentado demostsra el carácter “funcional” del así llamado welfare (bienestar) europeo. Entendiendo con el adjetivo “funcional” su dimensión esencial de soporte económico-político a favor del ciclo de valorización del capital. Esta función viene desarrollada sobre todoo por las medidas de política económica en materia de trabajo. Los nombres fantásticos que la élite tecnócrata burguesa asigna a las medidas de sostén del propio sistema feroz de domino están caracterizadas por una constante alusión al compromiso social, a la preocupación por los menos pudientes, a la voluntad sincera de poner remedio a los males del mundo (pobreza, desempleo, …). Podemos suponer que tal escisión esquizofrénica entre la realidad y la representación que viene dada, forme parte de las normales costumbres que provienen de los planos altos del poder. Se puede también suponer que el comunicador mismo sea víctima (total o parcial) de ciertos autoengaños, en otras palabras prisionero de las ideologías dominantes. Probablemente este es el caso del periodista del diario “la república”, el cual describe el proyecto del hipotético tratado transatlántico “transatlantic trade and investmen partnership”, con tonos preocupantes (el título del artículo, de hecho, es “tratado contra el welfare europeo”). Ahora parece casi que este tratado, querido – según el periodista- por algunos componentes importantes del empresariado europeo, tenga el objetivo de desmantelar el sistema de garantías presentes en nuestro precioso welfare. Se hace pasar, por tanto, a través del mismo título del artículo, la idea de que el welfare existente en Europa sea realmente un punto avanzado de conquistas sociales y de derechos importantes para los “ciudadanos”, amenazado por desgracia, por la sed de beneficio de unos pocos empresarios ávidos y desinteresados del bien colectivo. Mientras, evidentemente, el superestado europeo es sin embargo previsor y generosamente interesado en el bienestar de la colectividad de forma particular en las necesidades de las categorías sociales de elevado desempleo juvenil, los trabajadores despedidos por culpa de una crisis inesperada, los trabajadores a tiempo determinado, los trabajadores que han perdido el empleo consecuencia de específicos exceosos de masa a escala europea. Hagamos como que creemos por un segundo en esta representación ridícula y citemos algunos trozos del artículo de noviembre de 2014: “La integración económica entre las dos orillas del Atlántico es un viejo proyecto, viejo al menos como la formación de la Unión europea… La última versión conocida con el nombre de Ttip, Transatlantic trade an investmen partnership, se pone como objetivo, ni mucho menos demasiado escondido, ejercer de vehículo, a beneficio de las grandes empresa europeas y especialmente americanas, para debilitar definitivamente las estructuras del estado social y de la regulación de los mercados por parte de los Estados. Es un proyecto que parte, por iniciativa del Comisiario Gucht y de la representación en Bruselas de los Estados Unidos, en el 2011. Pero parte, en el presente clima de contrastes entre Europa y los Estados Unidos en particular entre los Estados Unidos y Alemania, con el pie equivocado, en un atmósfera de secretismo y no transparencia.” Bien, como se puede ver en la lectura, en cierto momento se habla de un proyecto dirigido a “debilitar definitivamente las estructuras del estado social y de la regulación de los mercados por parte de los Estados”. Ahora se puede suponer que el articulista obre con perfecta buena fe, sin embargo el mensaje transmitido por el artículo es profundamente distorsivo de la realidad. Son los mercados los que en la realidad regulan las acciones de las políticas económicas de los estados burgueses y no viceversa, y son las leyes económicas objetivo del capital que diseñan estructuras del estado social, alternando intervención pública y desregulación en base a los ciclos económicos de expansión y contracción típicos de la economía capitalista. Una parte de la burguesía europa está unida, evidentemente, a los carromatos clientelares y burucráticos del aparato estatal, y obtiene directamente el propio provecho de esta fuente, mientres aquellas que el artículo define como “grandes empresas europeas”, tienen intereses, sobre todo en una fase económica de crisis, a limitar la parte del plus-valor a sacrificar sobre el altar del así llamado welfare (esto es tienen interés en reducir los costes del propio aparato burocrático-policial de dominio sobre las clases proletarias). Pero este objetivo de moderación de los costes entra en contradicción con la exigencia superior de reforzar, particularmente en los periodos de crisis el mix de medidas asistenciales y policiales de freno del malestar social. Esta contradicción interna entre el objetivo empresarial y la reducción de los costes del aparato burocrático-militar burgués, y la exigencia, en lugar, de un aumento de sus costes para afrontar de forma eficaz los peligros innatos de la pobreza y el desempleo, creados de las leyes económicas objetivo del capital, no es solucionable permaneciendo dentro de la lógica de la sociedad capitalista. El periodista evidenca, a su pesar, un lado de la contradicción dialéctica, entre estos intereses divergentes destinada dentro del corazón de la misma clase social burguesa, escuchemos de heco que escribe: “La planteada unión euro-americana, haría aumentar muy poco bien el comercio total, bien especialmente el PIB de las partes contrayentes, y ese poco sólo a largo plazo. Esto a decir, incluso, de los estudios de la parte conducente a promover la iniciativa. El proyecto, nacido mal, no consigue hacer mucho camino antes de suscitar una revuelta, no generalizada, pero bajo forma de hostilidad por parte de grupos de activistas en el campo de la protección social y biológica, de las normas de protección del trabajo y del medio ambiente. Levanta clamores revelaciones como aquella, especialmente eficaz, sobre la opinión pública alemana, de la admisibilidad en Alemania, si la asociación fuera realizada, de productos americanos como los pollos desinfectados con cloro, práctica común de los productores estadounidenses para impedir la infección de las carcasas mientras viajan de los puntos de cría más allá del océnao al consumidor europeo… A empujar para la realización de la nueva asociación están las asociaciones industriales europeas, que ven en ésta un caballo de Troya contra los excesos de reglamentación de los estados nacionales. La Patronal alemana emite declaraciones de explícito contenido favorable. Su presidente Ulcrich Grillo dice que los europeos tienen que aprender de los americanos en el campo de la defensa de los consumidores y de los productos naturales. Pero algunos días antes la señora Merkel había declarado que nunca habría permitido que a los alemanes se le diera de comer pollo al cloro”.
Muy bien, las líneas citadas exponen con claridad la dinámica en acción dentro de la clase burguesa europea: las asociaciones industriales empujan a favor del acuerdo transnacional (privilegiando los intereses propios de taller), mientras el plano político-burocrático ejerce de elemento de freno, en consideración del superior interes sistémico de todo el capital, esto es de toda la clase burguesa. De forma particular el acuerdo llevaría en el acto a una serie de procesos legales y administrativos de despotenciación de la soberanía estatal, en base al control, sobre todo, del mercado de trabajo y de los capitales. Escuchemos qué escribe el periodista de la repubblica: “También muchas multinacionales industriales de origen anglo-americano se favorecerían de la reducción de las reglas sobre los mercados europeos como instrumento de ulteriores penetraciones orgánicas en tales mercados, dado que el futuro no parece ofreceles otras perspectivas favorables en otras áreas de la economía mundial, como aquella asiática, mucho menos abierta a sus incursiones. A coronar el cambio de actitud de los gobiernos de la Europa continental ha llegado la declaración del ministro francés de comercio exterior, Mathias Fekl: alineándose con los socialdemócratas alemanes, ha dicho que no espera que el gobierno francés lleve al propio parlamento una propuesta de Tratado Transatlántico que incluya una sección sobre la resolución de las disputas entre individuos y Estado. La última palabra por ahora ha venido de Jean Claude Junker, que ha afirmado que en materia tan delicada los órganos de decisión europeos no permitirán que nadie intente forzar su mano. La montaña, por tanto, con buena paz de ingleses y americanos, dará a luz un ratoncito o quizas ni siquiera eso.”
Todavía otra vez constatamos que el aparato estatal burgués, en este caso en la representación del ministro frances, Mathias Fekl, y nada menos que del alto pez gordo Jean Claude Juncker desempeña un rol de coordinación y regulación, oficina de compensación, comité de asuntos, de los intereses divergentes de la clase burguea. La última palabra escribe el articulusta, refiriéndose a Jean Claude Juncker, destinado como representante de la autoridad y de la fuerza de la burguesía condensada y contenida en el instrumento estatal, incumbe a este instrumento, porque es de ello y sólo de ello que depende, en última instancia, la superviviencia del régimen de explotación capitalista. En otras palabras es este instrumento que, alternando políticas asistenciales y políticas represivas, se pone objetivamente como escudo la espada de la clase capitalista, ni ve ni recoge los intereses superiores más allá de las “rencillas” de patio y de las exigencias miopes del taller. En este caso bloqueando en el nacimiento los anhelos económicos y de poder del capitalismo anglosajón americano e inglés. No vienen infravaloradas, sin embargo, las razones de aquella parte de la burguesía empresarial que busca, justamente las mejores condiciones de inversión para el capital propio, y ha apuntado y apunta todavía al tratatado transatlántico. En la lógica inmanente de la valorización del valor introducido en el ciclo productivo no debe haber obstáculos inmutables: reglas y normas inviolables están destinadas a ser arrolladas por el hambre de lobos del plusvalor; desde este punto de vista la globalización responde perfectamente al objetivo de la mejor circulación del capital (constante y variable). Se puede por tanto pensar y sostener que tendencialmente, progresivamente, el acuerdo transatlántico regrese a esta lógica de “liberación” del capital de los límites jurídicos-morales preexistentes, y deba por tanto encontrar, antes o después, un momento de actuación en los acuerdos interestatales.
Si este último asunto es verdad, sin embargo es de considerar que también la exigencia del gobierno del cuerpo social tien su peso, de hecho estamos buscando di individualizar las contratendencias que se podrían interponer, y actualmente se interponen, a este proyecto transatlátinco de intensificación tendencial de la explotación. El capital tiene su cerebro políttico encarnadado en el aparato estatal, y por tanto es a los movimentos de este aparato estatal que debemos dirigirnos para intentar distinguir el juego de las fuerzas sociales, la tendencia y las contratendencias que desempeñan un rol determinante en la actual situación de crisis social y económica.
El aparato estatal de la burguesía se encuentra obligado en estos tiempos a desempeñar una labor difícil, intentando guiar los procesos sociales provocados por las leyes económicas objetivo del capital hacia costas seguras, esto es favorables a la supervivencia del sistema esclavista del trabajo asalariado (1) (moderando el necesario castigo policial y judicial de los primeros albores de revuelta generados por el incremento de la pobreza y el descontento social, con las medidas de política económica dirigidas a intensificar la tasa de explotación de la fuerza-trabajo – difundidas por otro lado, como ejemplo de economía social de mercado y welfare).
(1) “En tanto que el proceso de trabajo es puramente individual, el mismo trabajador reúne todas las funciones que más tarde se escinden. Al apropiarse individualmente, para satisfacer sus finalidades vitales, de objetos que encuentra en la naturaleza, se controla a sí mismo. Más tarde, él estará sujeto a control. El individuo sólo no puede operar sobre la naturaleza sin poner en acción sus propios músculos, bajo el control de su propio cerebro. Así como en el sistema natural la cabeza y la mano forman un conjunto, el proceso laboral unifica el trabajo intelectual y trabajo manual. Más tarde uno y otro se separan, hasta el antagonismo y la hostilidad. El producto se transforma en género desde el producto inmediato del productor individual a producto social, producto común de un trabajo global, esto es un trabajo personal combinado, cuyos miembros tienen una parte más grande o más pequeña en el manejo del objeto de trabajo. Al ampliarse el carácter cooperativo del proceso laboral mismo, se amplía necesariamente, por consiguiente, el concepto de trabajo productivo y de su portador, el obrero productivo. Para trabajar productivamente ahora ya no es necesario hacerlo directa y personalmente; basta con ser órgano del obrero global, con ejecutar cualquiera de sus funciones parciales. La definición originaria de trabajo productivo brindada más arriba, derivada de la propia naturaleza de la producción material, sigue siendo válida para el obrero global, considerado como totalidad. Pero ya no es aplicable a cada uno de sus miembros, tomado singularmente.
Pero, por otra parte, el concepto de trabajo productivo se vuelve más restringido. La producción capitalista no sólo es producción de mercancía; es, en esencia, producción de plusvalor. El obrero no produce para sí, sino para el capital. Por tanto, ya no basta con que produzca en general. Tiene que producir plusvalor. Sólo es productivo el trabajador que produce plusvalor para el capitalista o que sirve para la autovalorización del capital. Si se nos permite ofrecer un ejemplo al margen de la esfera de la producción material, digamos que un maestro de escuela, por ejemplo, es un trabajador productivo cuando, además de cultivar las cabezas infantiles, se mata trabajando para enriquecer al empresario. Que este último haya invertido su capital en una fábrica de enseñanza en vez de hacerlo en una fábrica de embutidos, no altera en nada la relación. El concepto de trabajador productivo, por ende, en modo alguno implica meramente una relación entre actividad y efecto útil, entre trabajador y producto del trabajo, sino además una relación de producción específicamente social, de origen histórico, que pone en el trabajador la impronta de medio directo de valorización del capital. De ahí que ser trabajador productivo no constituya ninguna dicha, sino una desgracia. “. Karl Marx, El capital, libro primero. SECCIÓN V .CAPÍTULO 14. PLUSVALOR ABSOLUTO Y PLUSVALOR RELATIVO.
I Cfr. F. ENGELS, op. cit., pp. 253, 254.
II El doctor Letheby, médico consejero en el Board of Health, declaró en aquella ocasión: «El mínimo de aire para los adultos debería ser de trescientos pies cúbicos en una habitación para dormir y de quinientos pies cúbicos en una sala de estar». El doctor Richardson, principal de un hospital londinense: «Costureras de todo tipo, sombrereras, sastres y simples costureras sufren de una triple miseria: sobrecarga de trabajo, deficiencias de aire y deficiencias de nutrición o digestión. En lo complejo de la situación, este trabajo es en todos los casos más adecuado para las mujeres que para los hombres. Pero la desgracia de este oficio es que el mismo, especialmente en la capital, está monopolizado por veintiséis capitalistas los cuales con los medios coercitivos derivados del capital (that spring from capital) exprimen la economía del trabajo (force economy out of labour), se entiende: economizar gastos mediante el derroche de fuerza-trabajo), su poder se nota en toda esta clase de operarios. Si una sastre consigue una pequeña clientela, la competencia le obliga a trabajar a muerte en su propia casa para poder conservarla: y debe obligatoriamente infligir la misma sobrecarga de trabajo a sus ayudantes. Si su empresa falla, o si ella no puede iniciar una empresa independiente, ella se dirige a un establecimiento, donde el trabajo no es menor, pero el pago es seguro. En esta situación ella se convierte en una simple esclava arrojada aquí o allí por cada fluctuación de la sociedad; ahora a casa, a morir de hambre, o casi, en una habitacioncita; después de nuevo al trabajo, por tanto, dieciséis, sino dieciocho horas de veinticuatro, en una atmósfera apenas tolerable y con una nutrición que, aunque si buena, no puede ser digerida por falta de aire puro. De estas víctima se nutre la consunción, que no es otra que una enfermedad de aire enfermo» (Doctor RICHARDSON, Work and overwork in Social Science Review, 18 de julio de 1863).
III Morning Star, 23 junio 1863. El Times, se sirve del caso APRA para defender a los propietarios americanos de esclavos contra el Bright, etc., declaró: «muchísimos de nosotros, consideramos que, mientras que nosotros hacemos trabajar a nuestras jóvenes mujeres tanto que mueren, usando el azote del hambre en lugar del chasquido del látigo, no tenemos el derecho de instigar con hierro y fuego contra familias que son propietarias de esclavos de padre a hijo y que, por lo menos, nutren bien a sus esclavos y los hacen trabajar moderadamente» (Times, 2 de julio de 1863). Del mismo modo sermoneó el Standard, una publicación tory, contra el rev. Newman Hall: «Ha excomulgado a los propietarios de esclavos pero reza junto con aquella gente brava que hace trabajar a los cocheros y conductores de ómnibus de Londres etc., por sueldos de perro, solamente dieciséis horas al día». Al final habló el oráculo. El señor Thomas Carlyle, sobre el cual ya en 1850 he publicado: «El genio se ha ido al diablo, el culto ha quedado». Con una breve parábola, reduce el único acontecimiento grandioso de la historia contemporánea, la guerra civil americana, a este nivel: El Pietro del Norte quiere romper con toda su fuerza el cráneo al Paolo del Sur, por la razón de que el Pietro del Norte alquila a su operario a jornada y el Paolo del Sur lo alquila de «por vida» (Macmatllan’s Magazine Ilias American in nuce. Fascículo de agosto, 1863). Así finalmente ha explotado la burbuja de jabón de la simpatía de los tories por los asalariados de la ciudad -¡no de aquellos agrícolas, por amor del cielo! – El avellano es: ¡esclavitud!