Punto nº 1: la degeneración del Órgano formal en los años 70 (con introduzione e nota redazionale)

Nota editorial: a partir de hoy (11 de marzo de 2019) comenzamos la reedición, capítulo por capítulo, del texto fundamental titulado “31 puntos para la defensa de la tradición revolucionaria de la izquierda”.

Hoy volvemos a publicar la introducción y el primer punto, en el futuro publicaremos los siguientes puntos únicos. El texto completo ya está presente en el sitio, en formato pdf, bajo el título “Textos marxistas”. La introducción se refiere a los eventos políticos que tuvieron lugar en el pasado, entre los años 70 y 80. El primer punto es un verdadero descenso al inframundo del oportunismo activista, rastreando sus tendencias negativas primero en la táctica y luego en teoría. Finalmente, cuenta cómo la furia combinada de los errores tácticos y teóricos, y la arrogancia del liderazgo, produjeron la destrucción de una organización comunista formal. Los principales actores de la estrategia de disolución solo después de algunos años retoman la política, obviamente sin haber aprendido nada de la experiencia pasada, pero sin duda más pequeños que antes en el nivel numérico. Alguna otra estrella de la recitación disoluta simplemente se retira a la vida privada, tal vez satisfecha o perpleja sobre la parte que le asignaron las circunstancias.

Los opositores al nuevo curso, más allá de las diferencias, deben retomar un camino ascendente, subiendo sobre los escombros dejados por sus oponentes, quienes a su obstinación destructiva, finalmente encontró su némesis autodestructivo. Un dicho medieval dice: “el tonto es el monte del diablo”. Cabe bien resumir el significado de la historia. Sin embargo, bastaba con leer dos artículos de la izquierda comunista: “Prometheus Bound” y “Diccionario de clavos revisionistas, activismo”, para comprender el error. Bajo la presión de la ideología burguesa, un grupo ejecutivo ha lanzado a los vientos las enseñanzas del marxismo y ha levantado la bandera de la inmersión en los comités interclasistas, en los referendos, en las luchas inmediatas más vanas e inútiles, prefiriendo un crecimiento cuantitativo ilusorio e hipotético. Pero la acción política correcta está guiada por la teoría nacida de la experiencia de la historia.

Incapaz de evaluar el verdadero equilibrio de poder entre las clases, en el actual período de contrarrevolución, este grupo ejecutivo siguió una línea de acción poco realista y quimérica. Permaneció culpablemente sordos a las llamadas del principio de realidad que la sección Schio le envió. Atrapado por el falso recurso del activismo, cegado por la presunción de su centralidad directiva, este grupo cayó en el polvo, dando a la tarea de defender la tradición revolucionaria de la corriente a sus oponentes más coherentes. Considere que el texto escrito para llevar a cabo esta tarea tiene casi veinte años, mientras que los eventos descritos se remontan a los años setenta / ochenta (una primera parte) y los años noventa / dos mil años después.

Más allá de la descripción de situaciones contingentes a partir del valor del texto tan pronto emergen de la lectura de los puntos individuales, que reside en ser un resumen analítico y una defensa de las posiciones marxistas de nuestra corriente. Posiciones elaboradas a raíz de lecciones históricas, es decir, lecciones de la vida, en una relación continua de verificación de concomitancia con la invariante teoría marxista (un verdadero claro de la luz se manifesta en 1848). El marxismo es la mejor aproximación cognitiva a las leyes de desarrollo del sistema capitalista y, al mismo tiempo, un conocimiento de la realidad ligada al pasado comunista de la especie humana.

En cuestiones de ciencia, la autoridad de mil

no vale el humilde razonamiento de uno sólo”

(G. Galilei)

En cualquier caso no se trata de imaginar relaciones

en la propia mente, sino de descubrirlas en los hechos”

(F. Engels)

A todos los compañeros.

El documento que tenéis ante vosotros es el fruto de un trabajo de muchos meses que, con buenos motivos, podemos definir como de partido, y en el cual han colaborado junto a la sección de Schio otras secciones y compañeros que han sentido –una vez comprendido lo que estaba sucediendo- la exigencia de una clarificación. Este trabajo se hizo absolutamente necesario para establecer algunos puntos sólidos de los que partir.

Hemos sido obligados a esto en tanto que dentro de las filas del partido está ausente ya desde hace mucho tiempo el correcto funcionamiento del centralismo orgánico; por el contrario, está totalmente ausente. Por disciplina de partido hemos estado en silencio –y también se nos ha criticado por ello- durante muchísimo tiempo, intentando que el centro modificara ese camino; para comprobarlo, los compañeros no tienen más que leer toda la correspondencia mantenida entre el centro y la sección de Schio. Por otro lado, no hemos sido los únicos en lanzar señales de alarma desde la periferia que, por desgracia, quedaron sin atender. A estas peticiones se respondió con el silencio primero; después con maniobras, mentiras y calumnias dignas de un grupo estalinista; a continuación con llamadas a una disciplina formal y burocrática; y por fin con procedimientos de expulsión (aunque si bien hipócritamente no se quiso usar este término, la esencia no cambia) que han golpeado la sección de Schio, después la de Madrid y, últimamente, la sección de Mesina, en cuyo tratamiento ni siquiera se ha dado el esfuerzo de producir una comunicación escrita: simplemente, se interrumpió el envío del periódico y no se envió la circular de convocatoria para la Reunión General. ¡Se ha llegado a afirmar que estamos en el partido para hacer “entrismo” (práctica que es totalmente ajena al materialismo marxista por motivos obvios), y que habríamos apuñalado por la espalda al centro actual!

Son cosas que se comentan por si mismas, y que bastarían para calificar a nuestros contrincantes. El centro, una vez que se comenzó a saber lo que estaba sucediendo, ha acumulado una impresionante serie de torpezas que, en el lenguaje de la impotencia, significan simplemente hostilidad. Hostilidad con cualquiera que hubiera planteado críticas respecto a la deriva actual que nos lleva a unos arrecifes de los que será imposible salir. Si una nave toma una ruta equivocada y peligrosa es deber de toda la tripulación avisar al puente de mando y, si este sigue sordo a esos avisos, es deber de la tripulación imponer, en primer lugar, que se escuchen y, si esto no fuera suficiente, restablecer la ruta correcta antes de que sea demasiado tarde. Y, aunque el capitán de la nave tuviera razón y la tripulación equivocada, sería un error no escuchar esos avisos y considerar como amotinados a todos aquellos que plantearan críticas.

Las Tesis del Partido son incluso demasiado claras: la condición que impide a los centros todo derecho a obtener la obediencia de la base se basa en el hecho de que esos centros estén “en el camino de la desviación”, y no por que hayan llegado al final de aquel recorrido. Esta última interpretación al uso coincide, por el contrario, con cuanto sostenía el Centro en 1981. mistificando

e invirtiendo el sentido del Centralismo Orgánico: en contestación a los actos de “indisciplina” de la Sección de Turín, el Centro, tras ser interrogado por la formación de fracciones y sobre su utilidad, que se manifiesta en presencia de una “irremediable degeneración de los viejos partidos y su dirección”, se pregunta: “¿Hemos llegado nosotros a tanto? Nosotros lo negamos firmemente, vuestra carta […] no menos decididamente lo afirma” (Carta central de expulsión de la Sección de Turín, Mayo de 1981). La cuestión es que para la Izquierda las fracciones son útiles cuando los viejos partidos están ya degenerados de forma irreversible, pero la disciplina hacia los Centros cae no cuando “han llegado a tanto”, sino mucho antes, cuando aún están “en el camino de la desviación”. El Centro actual ha sido aún mas explícito, afirmando que “en ausencia de evidentes demostraciones de no apoyo a nuestro programa por parte del Centro actual, este mismo Centro exige ser escuchado y seguido (a nuestra manera, obviamente, que no tiene nada de personalista)” (Carta del Centro del 24-12-02). Si para rechazar el derecho del Centro a exigir obediencia debiéramos esperar que el mismo se desviara de forma palpable, o que esté irremediablemente degenerado, el destino del partido y de la Revolución estaría ya mientras tanto irremediablemente marcado.

Nosotros no reconocemos de ninguna manera estos procedimientos, ni en la forma ni en la esencia. Guste o no guste a alguno, nos consideramos aún parte integrante del partido, y será el partido en su totalidad quien decidirá si las tres secciones incriminadas y todos los compañeros que quisieran hacer críticas forman un conjunto con los demás o por el contrario están fuera de la organización. En esta última eventualidad lamentable, continuaremos nuestro trabajo de partido en estrecho contacto con el partido histórico del que consideramos no habernos separado. Otros –pocos- se han separado y mantienen secuestrado todo el partido acumulando error tras error, intentando resolver los problemas por la vía burocrática y disciplinaria. Así los problemas no se resuelven; se agravan.

Por lo tanto el documento debe, como decíamos, servir para clarificar. Por el contrario, no está entre nuestras intenciones pedir a los compañeros a que se definan; algo que el centro quiere impedir. Queremos enderezar el partido junto a todas las secciones; de otra manera, nos habríamos ido ya, y ciertamente no habríamos perdido muchos meses redactando este documento.

El restablecimiento del centralismo orgánico es la condición necesaria, si bien no suficiente, para volver al camino correcto. Los compañeros han tenido conocimiento con mucho retraso, de forma fragmentaria y, premeditadamente, distorsionada lo que estaba sucediendo. Al principio muchos no se hicieron demasiadas preguntas, siendo suficiente lo que se les venía comunicando con el balance y con la superioridad de poder manejar los tiempos.

Posteriormente, según emergía la naturaleza real de las cosas, la alarma se ha extendido a otras secciones y compañeros –es el caso de la sección de Roma, cuya comunicación enviada a todos encontró muchos apoyos y a la cual el centro nunca respondió- que han querido ver claro. Y lo han hecho de la única manera posible. En espera de poder leer el documento (en vista de que lo que habían leído era solamente un borrador –y el centro lo sabía desde hacía meses- y por añadidura ha sido puesto en circulación sin las notas esenciales) se han puesto en contacto con nosotros, solicitando aclaraciones y teniendo acceso a la documentación escrita. Algunos no han estado totalmente de acuerdo con nosotros pero hemos coincidido en la cuestión del centralismo orgánico. No se trata de cuestiones de errores, que siempre son posibles y que el Partido ha cometido en efecto; lo extraño seria lo contrario. La cuestión es que si disminuye la capacidad de corregirlos refiriéndose continuamente a los puntos esenciales de la doctrina, los “errores” suceden a los “errores”, determinando un proceso continuo y cada vez mas grave de desviaciones del programa, generando en suma una peligrosa deriva. Esto es lo que está sucediendo. Y ante esto no podíamos dejar de reaccionar.

No nos parece pedir demasiado sin pedimos a los compañeros evitar juicios sumarios y tomar en consideración toda la documentación. Esto nos parece lo mínimo.

No es inútil, para evitar polémicas artificiosas y banales, subrayar que no se trata aquí de poner de relieve de forma anecdótica y antimarxista quien tiene razón y quien no, personalizando el enfrentamiento político. Por tanto no consideramos que el hecho de haber tenido razón en el pasado al dar la alarma sobre una serie de desviaciones presentes en el Partido, implique necesariamente tener razón hoy al dar la alarma sobre el resurgir de desviaciones o sobre la aparición de otras. Quien ayer estaba en lo cierto puede estar hoy equivocado, y no somos magistrados designados para desarrollar esta función de auténticos o presuntos méritos adquiridos. Lo que si consideramos, sobre la base de las enseñanzas de la Izquierda, es que todo el conjunto del Partido debe ejecutar esta función, velando por que el Centro no se aparte del Programa.

Lo repetimos: aceptaremos nuestro alejamiento únicamente si lo pide todo el partido. En tal caso – como es en la praxis del centralismo orgánico- la cosa se realizará automáticamente sin ridículas expulsiones y serán los hechos los que dirán, de forma materialista, quien ha permanecido sobre la vía del partido histórico y quien se ha separado.

En general creo que en primer lugar, hoy, más que la organización y la actividad, se debe plantear un trabajo previo de elaboración de ideología política de la izquierda internacional, basada en las experiencias elocuentes intercambiadas en el Comintern” (Carta del representante de la Izquierda Italiana a Karl Korsch, 28.10.1926)

La crítica sin el error no perjudica ni la milésima parte de lo que daña el error sin la crítica” (El peligro oportunista y la Internacional, 1925)

No es un mal método dar al contrincante opiniones un poco más erróneas, es por el contrario un método marxista útil, cuando conduce a excelentes clarificaciones de puntos importantes, pero que incluso en tanto tiempo elementos de primera línea no han asimilado.[…] Evidentemente, siempre que el resultado sea bueno no es muy grave haber prestado al otro una tesis que no era justo la suya; no nos interesa la democracia en la polémica y no debemos llegar a puntuaciones de méritos escolásticos y mucho menos a una clasificación para ver quien es el mejor; estamos justamente contra estas baratijas. Puede ser útil una respuesta inventada para continuar; y a la vez, escribiendo la fórmula conscientemente falsa se encuentra la solución de la ecuación descubriendo un camino que en el procedimiento normal no estaba; y tampoco es que se haya enviado a nadie a la cárcel” (Carta de Alfa a Onorio, 31.7.1951)

Por la defensa de la tradición revolucionaria en la Izquierda Comunista

Vicisitudes del Partido Formal de 1972 a 1982-1983 y tras 1984.

Punto nº 1: la degeneración del órgano formal en los años 70,

Punto nº 2: regreso a los métodos papeleros y democráticos,

Punto nº 3: se vuelven a recoger del fango las banderas abandonadas por la burguesía

Punto nº 4: necesidad de un balance político de la crisis del Partido

Punto nº 5: el bienio 1982-1983, una oda al activismo movimientista

Punto nº 6: el Partido ante el movimiento estudiantil

Cuestiones de doctrina: el ataque al “marxismo vulgar” está unido con la regresión a “la política lo primero”, con la falsificación de la función del Partido Comunista y la devaluación del papel histórico de la Izquierda italiana y de la clase obrera internacional.

Punto nº 7: Sobre el comunismo rudo y el marxismo vulgar

Punto nº 8: las condiciones indispensables para el éxito de la lucha revolucionaria

Punto nº 9: naturaleza del Partido Comunista

Punto nº 10: relación entre Partido y clase

Punto nº 11: táctica del Partido hacia las otras fuerzas políticas

Punto nº 12: teoría y práctica

Punto nº 13: los intelectuales y el Partido

Punto nº 14: las bases de adhesión al Partido implican la exclusión de los sacerdotes y de los proletarios que conservan la fe en dios

Punto nº 15: el papel histórico de la Izquierda Comunista de Italia

Punto nº 16: el papel histórico de la Segunda Internacional

Punto nº 17: el papel histórico de la Cuarta Internacional

Punto nº 18: la aristocracia obrera

Cuestiones de táctica: la definición de los recursos tácticos, la relación táctica/estrategia, la cuestión sindical y nacional y el curso del imperialismo hacia la Tercera Guerra Mundial

Punto nº 19: el papel histórico de la Tercera Internacional

Punto nº 20: táctica y estrategia del Partido revolucionario

Punto nº 21: caracteres formales de la acción “externa” del Partido

Punto nº 22: ¿genocidio judío ó explotación capitalista en los lager?

Punto nº 23: la cuestión sindical

Punto nº 24: la cuestión nacional

Punto nº 25: relación entre crisis económica y crisis revolucionaria

Punto nº 26: curso del imperialismo y guerra

Cuestiones de organización: ¿centralismo orgánico ó “centralismo compacto”?

Punto nº 27: que disciplina y jerarquía deben regir en el Partido Comunista

Punto nº 28: la lucha política en el Partido

Punto nº 30: burocratismo, máscara de la ausencia de homogeneidad política

Punto nº 31: el método de trabajo

Vicisitudes del Partido Formal desde 1972 hasta 1982-1983 y tras 1984.

Punto nº 1: la degeneración del Órgano formal en los años 70.

EL PARTIDO FORMAL, EN TANTO PRODUCTO DE LA HISTORIA NO PODÍA PASAR INDEMNE A TRAVÉS DEL MÁS PROFUNDO Y DURADERO CICLO CONTRARREVOLUCIONARIO. Es absurda y antimarxista la pretensión de que a la curva continua y armoniosa del Partido Histórico deba necesariamente corresponder una línea igualmente continua y armoniosa del Partido Formal. Ha sido la Izquierda la que nos ha enseñado basándose en la experiencia histórica del proletariado mundial, que el recorrido del Partido Formal describe una línea accidentada: nosotros nos limitamos a repetirlo. Es precisamente la errónea convicción del paralelismo de las dos curvas, por el contrario, la que anima a cuantos, ilusionándose en una presunta continuidad del P.C.Int. en las tres décadas que van de 1951 a 1982 sostienen apoyándose en una simple petición de principio que los errores que seguramente se cometieron por el Partido Formal en los años 70 pueden haber contribuido a la maduración de la crisis de 1982, pero que no por ello han afectado a características esenciales, porque haber quedado por decreto divino limitados a la esfera de los inevitables errores de detalle; rechazan con desprecio hasta la hipótesis de que el Partido en aquel período haya degenerado –ó –lo que es lo mismo- que haya desembocado en un “Nuevo Curso”, y lo hacen con la inclinación del moralista, con el ceño del servidor fiel pero obtuso de la organización existente, en nombre de un mal entendido patriotismo de partido que no es más que fetichismo organizativo, y por tanto lo hacen sin preocuparse lo mas mínimo de entrar en los méritos de los argumentos que demuestran la inconsistencia de sus convicciones prefabricadas. Nuestra corriente, en las candentes batallas de los años 20, previno del “ciego optimismo de oficio”, según el cual “todo va bien, y quien se permite dudarlo no es mas que una peste que hay que enviar lejos lo antes posible”, síntoma que caracterizaba “el peor liquidacionismo del partido y de la Internacional, acompañado por todos los fenómenos característicos y bien conocidos del filisteísmo burocrático”[1]. Ateniéndonos al mismo modo de valoración, nosotros hoy estamos obligados a reconocer que, aunque a una escala infinitamente menor, el mismo proceso se ha reproducido en nuestro Partido, a medio siglo de distancia. El P.C.Int, de hecho, tras algunos no irrelevantes patinazos sobre la cuestión sindical en los años 1968 a 1971, patinazos que, aún llegando al absurdo de la “defensa de la CGIL roja”[2], no habían dañado los principios, inició a partir de 1972 [3] y después, de forma aún mas clara, desde 1974 y 1975[4] un alejamiento de la “curva continua y armónica del partido histórico” [5]. Se inició de esta forma un auténtico “Nuovo Corso” que, desarrollándose mediante una revisión de la actividad “externa”, llegó de forma gradual a disolver su misma base constituyente. Las primeras rupturas de la continuidad de la línea del Partido llegaron, como de costumbre, en el terreno de la táctica: se comenzó con invitaciones a los proletarios para acudir a votar con ocasión del referéndum sobre el divorcio y el aborto en Italia y el referente a la inmigración en Suiza[6], y se acabó con la participación en aquellos mismos y reales frentes únicos políticos que fueron los diversos Comités creados en Italia por grupitos extraparlamentarios en ausencia de una auténtica participación obrera (como el “Comité nacional contra los despidos” de 1979) ó –aún peor- en los Comités contra la represión, y si pasó paralelamente de la adhesión a movimientos interclasistas por definición, como los de los inquilinos y los sin casa en Italia y en Alemania, a la participación en movimientos esencialmente pequeñoburgueses, como los de los estudiantes en el caso de Italia, todos presentados de forma equivocada como el inicio de la recuperación de la lucha de clases con el único fin de justificar la manía activista de menear la cola a toda costa. Después llegaron, como era inevitable, los daños en el

terreno de la doctrina: de la ruptura de la consigna de anonimato, efectuada a partir de 1976 con la publicación de los textos de la Izquierda con el nombre y el apellido del mas conocido representante de una editorial paralela[7] se llegó al repudio del “partido-programa”[8] basándose en una concepción voluntarista de la acción del partido (ver a propósito de esto la Contratesis nº 3), para acabar elaborando la falsa teoría de los “suplementos de las revoluciones dobles” en América Latina y en Medio Oriente, inspirada en la tesis togliatiana del “segundo renacimiento” en Italia[9], y esto siempre por la manía de correr tras los “movimientos” que, entonces, como hoy, ocupaban el escenario agitando el banderín de un falso “antiimperialismo” tercermundista. Y, en fin, la línea de la Izquierda fue quebrada en el terreno de la organización: , se recurrió incluso a finales de los años 70 al método de las expulsiones sistemáticas de las secciones “no alineadas” (Ivrea, Turín, Marsella y las otras secciones del sur de Francia), y el forzado alejamiento de las otras tres secciones “indisciplinadas” (Madrid, Schio, Benevento-Ariano, Irpino y Torre Anunziata), y se adoptaron al mismo tiempo artificiosas normas de seguridad, idóneas solamente para ilusionar a los militantes sobre una inminente apertura de una nueva “fase revolucionaria”, y otras medidas típicas del período de recuperación clasista, pero que, en la situación real de entonces, solo consiguieron consumir de forma insensata las energías de los compañeros, “quemándose” no pocos en el frenesí de una actividad externa sin pies ni cabeza. En 1982-1983 el Partido tuvo por lo tanto el futuro que su curso degenerativo previo había sabido preparar: se determinó por ello, como continuación lógica del “Nuevo Curso”, el repudio abierto y simultáneo de la línea de la Izquierda por parte del Centro en todos los planos. En el terreno de la táctica: disolución del Partido en el interior de los “movimientos sociales” interclasistas y pequeño-burgueses según la versión inicial del liquidacionismo, propia de la Central franco-alemana imperante en 1982, mantenimiento de un conjunto amorfo que habría trabajado “por el partido comunista internacional” según la siguiente versión del liquidacionismo, propia de la nueva Central italiana imperante en 1983. En el terreno de la doctrina: enunciado de la tesis insensata del presunto papel “anticapitalista” del clero progresista[10] , y también del ecologismo y del pacifismo[11], presentación incluso del partidoprograma como un obstáculo al desarrollo de un igualmente poco definido “movimiento revolucionario”, enunciado de la teoría del “vicio de origen de la Izquierda”, y por ello de la necesidad de “volver a Lenin”. En el terreno de la organización: regresión de los que se quedaban a los métodos del centralismo democrático y elección de un Comité Central. No es una cuestión de “errores”, que siempre son posibles y que el Partido en efecto cometió también antes de los años 70, como fue el caso, por ejemplo, del “sindicato rojo”. La cuestión es que después de 1972 disminuye la capacidad de corregirlos volviendo continuamente a los puntos miliares de la doctrina, y por ello “los “errores” siguieron a los “errores”, determinando un proceso continuo y cada vez mas grave de desviación del programa, generando en suma aquella auténtica deriva movimientista que fue la esencia del “Nuovo Corso”.

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